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El agua de mar un desinfectante natural ante el COVID-19

Calidad y Medio Ambiente

 El CSIC señala al agua de mar y el cloro de las piscinas como un medio que puede ayudar a desactivar el SARS-CoV-2.

El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) publicaba este pasado 7 de mayo un informe sobre la transmisión del SARS-CoV-2 en playas, piscinas y otros medios acuáticos, una noticia muy positiva para el sector de la náutica y para el Club Náutico de Altea que comienza ahora a reactivar su actividad deportiva y de ocio.

 

El informe concluye que la infección por SARS-CoV-2 por contacto con el agua salada y en piscinas tratadas en condiciones estándar para el baño es muy poco probable.

 

El informe ha sido redactado por seis investigadores de centros del CSIC: Ana Allende, del Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura (CEBAS-CSIC), Alicia de Andrés, del Instituto de Ciencias Materiales de Madrid (ICMM-CSIC), Antonio Figueras, del Instituto de Investigaciones Marinas (IIM-CSIC), Gloria Sánchez, del Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos (IATA-CSIC), Joan Grimalt, del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC), y Carlos Prieto, Vicepresidencia Adjunta de áreas Científico-Técnicas del CSIC.

 

Los investigadores se han basado en la literatura científica disponible hasta la fecha para dar una serie de indicaciones y recomendaciones para los espacios destinados a actividades acuáticas recreativas.

 

En piscinas el uso de agentes desinfectantes está ampliamente implantado con el fin de evitar la contaminación microbiana de las aguas por la afluencia de usuarios, y esta medida debería ser suficiente para la inactivación del virus. Un estudio publicado en 2005 en Journal of Virological Methods mostró este resultado para el SARS-CoV, donde tanto el cloro como el dióxido de cloro inactivaban el virus tras 30 minutos de desinfección.

 

En lo relativo al agua del mar, aunque actualmente no existen datos de la persistencia del SARS-CoV-2, el efecto de dilución, así como la presencia de sal, son factores que probablemente contribuyan a una disminución de la carga viral y a su inactivación por analogía a lo que sucede con virus similares. El virólogo Javier Cantón, de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), explica que los coronavirus tienen una envuelta y al entrar en el agua salada, tienden a deshidratarse por la diferencia en salinidad en un proceso denominado plasmólisis, algo que “podría inactivarlo”.

 

Sin embargo, la supervivencia del SARS-CoV-2 en agua de ríos, lagos, pozas de agua dulce y no tratada es superior en comparación con las piscinas y el agua salada, y por tanto deben extremarse las medidas de precaución para evitar aglomeraciones, siendo éstos los medios acuáticos más desaconsejables en relación con otras alternativas.

 

Otros de los factores que pueden preocupar es la prevalencia del virus en la arena presente en playas o riberas. Aunque no existen estudios experimentales al respecto, la acción conjunta de la sal del agua de mar, la radiación ultravioleta solar y la alta temperatura que puede alcanzar la arena, son favorables para la inactivación de los agentes patógenos.

 

En el Club Náutico de Altea se acerca la fecha de abrir las Escuelas de Verano y este informe arroja un poco de luz sobre la seguridad de las actividades acuáticas marinas ante la crisis sanitaria ocasionada por el COVID-19. El CN Altea ofrecerá cursos desde comienzos de junio bajo protocolos estrictos de sanidad e higiene para evitar contagios, unas escuelas que este año se realizarán al 100% en el mar y en la piscina.

 


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