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Las aves marinas: entre la tierra y el mar

Biología, costumbres y problemas de conservación en el Mediterráneo. Un artículo de Toni Mulet, técnico ambiental colaborador de SEO/Bird Life.

Por Toni Mulet

Técnico ambiental colaborador de SEO/Bird Life.

 

El Mediterráneo es un mar rico en biodiversidad con unas características ambientales únicas en el mundo. Seguro que hemos oído hablar del valor ecológico de la posidonia, pieza clave de uno de los ecosistemas marinos más importantes, o del preciado atún rojo, en plena recuperación después del colapso de su población a finales del siglo XIX a causa de su pesca excesiva.

 

Pero de todos los seres que habitan mares y océanos, tal vez el conjunto de las aves marinas sea uno de los grupos menos conocidos popularmente. Sus costumbres ligadas al mar, alejadas a menudo cientos de quilómetros de la costa, y sus hábitos discretos en tierra las hacen casi invisibles para muchos, a excepción de pescadores y navegantes. Sin embargo, existe una gran diversidad de aves marinas, desde los pequeños paíños de apenas 25 gramos de peso hasta los enormes alcatraces de más de 3 kg. Estas aves han desarrollado sorprendentes adaptaciones para la vida en el mar que les permiten bucear tras los bancos de peces, zambullirse desde el aire o recorrer miles de quilómetros en sus migraciones, entre muchas otras. A pesar de estas diferencias todas ellas tienen algo en común: pasan gran parte de su vida en el mar y tarde o temprano vuelven a tierra firme para reproducirse.

 

Generalmente son aves muy longevas que pueden vivir más de 60 años, aunque sus poblaciones crecen a un ritmo muy lento, pues algunas como las pardelas y los paíños ponen un solo huevo al año. Así, las aves marinas son muy sensibles a los cambios ambientales como el calentamiento global o la sobrepesca y sus poblaciones pueden disminuir drásticamente ante ellos, por lo que son buenos indicadores de la salud de los ecosistemas marinos.

 

El Mediterráneo acoge diversas especies de aves marinas que se alimentan aquí durante todo el año o parte de él y muchas eligen sus costas para reproducirse. Unas 25 especies pueden observarse aquí regularmente y 14 de ellas están incluidas en el Anexo I de la Directiva Aves por su estado de conservación desfavorable. Encontramos también algunas especies endémicas cuya distribución se limita a la región mediterránea como la gaviota de Audouin, el cormorán moñudo y la pardela balear. Esta última, que sólo nidifica en las islas baleares, visita las bahías de Alicante en los meses más fríos para alimentarse en grandes grupos.

 

Del mar a tierra firme

En tierra, las aves marinas suelen reproducirse en grupos muy numerosos de una o varias especies llamados colonias, formadas por cientos y hasta miles de individuos. Estas colonias se encuentran en lugares muy inaccesibles tales como islas y acantilados para así evitar depredadores. Algunas especies hacen sus nidos en el interior de cuevas y grietas y visitan las colonias sólo por la noche como el paíño común, el ave marina más pequeña del mundo. La isla de Benidorm, a escasos quilómetros del barullo de la ciudad, alberga la colonia más grande de esta especie, con más de 2000 nidos conocidos.

 

El cormorán moñudo en cambio, con menos de 30 parejas en toda la provincia de Alicante, prefiere construir sus nidos en los acantilados de la isla de Benidorm, el Penyal d’Ifac o el Cap de Sant Antoni, donde llegó hace poco más de una década. Durante todo el año podemos ver estas aves oscuras de aspecto reptiliano descansando en las rocas y escolleras de nuestro litoral.

 

Las controvertidas gaviotas patiamarillas forman ruidosas colonias de cientos de parejas en acantilados rocosos e islotes, incluso no es extraño encontrar nidos en tejados en pleno centro urbano. La proliferación de vertederos y otras fuentes de alimento como los descartes pesqueros junto con su carácter oportunista, han favorecido el crecimiento de su población que genera problemas de convivencia de todo tipo. Además, también afecta a otras especies de aves al comerse sus pollos.

 

Otras gaviotas y los charranes crían en inmensas colonias ubicadas en l’Albufera de Valencia o los humedales del sur de Alicante tales como el Fondó d’Elx y las salinas de Santa Pola. Al finalizar la reproducción, las gaviotas reidoras y los charranes patinegros llegarán a nuestras playas y desembocaduras para pasar el invierno.

 

Viajeras incansables

Mientras algunas aves no realizan grandes desplazamientos y permanecen cerca de las colonias todo el año como el cormorán moñudo, otras son extraordinarias viajeras y necesitan migrar en determinadas épocas para sobrevivir. Desde sus zonas de cría en el norte europeo, numerosas aves como el alcatraz atlántico, de casi 2 metros de envergadura, o las pequeñas alcas comunes, de aspecto similar a un pingüino, realizarán largos trayectos hacia las cálidas aguas del Mediterráneo en busca de alimento.

 

A menudo las principales áreas de alimentación se sitúan lejos de las colonias de cría por lo que algunas especies son capaces de desplazarse hasta miles de quilómetros para conseguir alimento y cebar a sus pollos de regreso al nido, como es el caso de la pardela cenicienta. Después del periodo de cría abandonará nuestras aguas por el estrecho de Gibraltar e iniciará su periplo por el océano Atlántico, de norte a sur, para volver a sus colonias en Columbretes e islotes de Baleares y Murcia la próxima temporada.

 

Amenazadas en tierra y mar

Su vida a caballo entre el mar y tierra firme unida al carácter nómada de algunas especies las hace vulnerables a los incontables peligros que allí se esconden. La explotación pesquera de sus presas principales, las capturas accidentales en artes de pesca, la contaminación por plásticos o el exceso de tráfico marítimo son sólo algunos de los impactos que deben afrontar en el mar. Sin embargo, de vuelta a sus zonas de cría no escapan a otros riesgos muy diferentes. La llegada de mamíferos introducidos como gatos y ratas en las colonias de cría, favorecida por los humanos, afecta gravemente la supervivencia de pollos y adultos. Además, la urbanización masiva de la costa reduce los lugares para nidificar, y la intensa iluminación de paseos marítimos y zonas urbanas puede desorientar a estas aves que acaban colisionando por la noche en estas áreas.

 

A nivel mundial las aves marinas son consideradas uno de los grupos de aves más amenazados, pues según los últimos datos, su población global ha sufrido un declive del 70% en 60 años, entre 1950 y 2010. Por este motivo, una de cada tres especies presenta algún tipo de amenaza.

 

Pesca y aves marinas

De forma tradicional, aves marinas y pescadores han compartido el medio marino y su relación ha sido muy estrecha. Muchas aves marinas se benefician de la rica actividad pesquera del Mediterráneo y aprovechan las capturas desechadas al mar o descartes. Es habitual ver nubes de aves tras los barcos de arrastre durante su llegada a los puertos de Altea, Calp o La Vila Joiosa. Pero las capturas accidentales de aves en algunas artes de pesca como el palangre o las redes de enmalle pueden generar graves problemas en algunas especies al morir atrapadas en los aparejos. Una de las especies más afectadas es la pardela balear, que ostenta el título de ave marina más amenazada de Europa. Su población se estima en poco más de 3000 parejas y se encuentra en declive debido a una elevada mortalidad especialmente en artes de pesca. A este ritmo, se prevé que se extinga los próximos de 60 años.

 

Creando redes de colaboración: el proyecto ZEPAMED

Estudiar la relación entre aves marinas y pesca y buscar soluciones a la captura accidental de estas aves es una de las prioridades de SEO/BirdLife, que en 2018 ha iniciado el proyecto llamado ZEPAMED - Pesca, aves y Red Natura 2000: tendiendo puentes para la gestión de las ZEPA en el Mediterráneo. Su objetivo se centra implicar a los pescadores en esta tarea en el ámbito del Mediterráneo ibérico y balear. Cofradías como las de Santa Pola, El Campello, Altea y Calp participan en este proyecto que tiene el apoyo de la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica (MITECO), a través del Programa Pleamar, cofinanciado por el Fondo Europeo Marítimo y de Pesca (FEMP).

 

El seguimiento de las colonias de cría de estas aves y la coordinación de censos desde tierra firme son otras tareas fundamentales para conocer la tendencia de las poblaciones y sus amenazas y así poder adoptar medidas para su conservación a corto y largo plazo, sin olvidar aspectos imprescindibles como la divulgación y la educación ambiental.

 


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